En mi opinión tiene que ver con diferentes aspectos, aunque por la experiencia y lo expuesto se podría resaltar:
1. El desconocimiento de la aplicabilidad de los actores implicados en lo que refiere a las normativas. Si bien se conoce de estas normativas existe el miedo por parte de los funcionarios a la hora de aplicar o ver mecanismos que flexibilicen las compras locales y del mismo modo pasa con los pequeños productores, muchos desconocen de los procesos de contratación y oferta de sus productos en este tipo de mercados y están sujetos a la predisposición de las decisiones del municipio.
2. La capacidad de producción. Hay que recordar que la agricultura en Bolivia sigue el modelo del minifundio, e incluso surcofundio y muchas veces no abastece para la dotación del desayuno escolar, aunque esto puede solucionarse si se promueven las asociaciones, o las OECAs y OECOMs.
3. Problemas administrativos morosos. Si bien algunos productores logran vender sus productos al municipio, por temas burocráticos -a los cuales los productores no están acostumbrados-, deben esperar tiempos largos para que se les liquide la compra y ello afecta en la próxima producción por no contar con el capital para la inversión. Además de ello los productores deben obtener su NIT y muchas veces sacar el Registro SENASAG de sus productos (transformados) y esto lleva a otros problemas como la calidad del agua en los municipios se traslada a las organizaciones sociales o productores locales.